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Género, Políticas deClara MurguialdayFormas diversas en las que el análisis de género puede estar presente –o ausente– en las intervenciones políticas. Naila Kabeer, investigadora del Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex (Reino Unido) y autora de esta categoría de análisis, ha revisado las políticas de desarrollo tomando en cuenta su sensibilidad hacia las relaciones desiguales de género existentes en la sociedad, y su compromiso con las metas de equidad. Su sistematización de las diversas políticas de género es un componente del marco de análisis denominado Enfoque de las Relaciones Sociales (ver género, marcos para el análisis de), que Kabeer propone para aplicar el análisis de género a los requerimientos de la planificación del desarrollo. La autora define las políticas ciegas al género (gender-blind policies) como aquellas que, aunque parecen neutrales (ya que utilizan categorías abstractas como comunidad, fuerza de trabajo, pobres, etc.), están implícitamente sesgadas a favor de lo masculino, pues se basan en dos premisas: a) los actores del desarrollo son masculinos y b) las únicas necesidades e intereses merecedores de atención son los de los hombres. Estas políticas no reconocen la desigualdad entre los géneros, reproducen las relaciones de género existentes y tienden a excluir a las mujeres de los recursos y beneficios del desarrollo. Por el contrario, las políticas conscientes del género (gender-aware policies) asumen que los actores del desarrollo son las mujeres tanto como los hombres, y que ambos son afectados de manera diferente, y a menudo desigual, por sus intervenciones. También reconocen que los roles y actividades de mujeres y hombres son diferentes y que, por tanto, ambos pueden tener distintas (y a menudo conflictivas) necesidades, intereses y prioridades. Mayores niveles de conciencia de género pueden llevar a quienes planifican las intervenciones a desarrollar tres tipos distintos de políticas: a) Políticas neutrales de género (gender-neutral policies): se basan en una detallada información sobre los diferentes roles y responsabilidades de mujeres y hombres (ver género, roles de), de modo que los recursos del proyecto sean asignados de manera eficiente. Aunque toman en consideración la división genérica del trabajo y el distinto acceso de mujeres y hombres a los recursos y el poder, su intención no es cuestionar las desigualdades de género sino beneficiar a ambos grupos en términos de sus necesidades prácticas. Estas políticas dan lugar a los llamados proyectos con un componente de mujer o proyectos integrados que incorporan actividades separadas para las mujeres. b) Políticas específicas de género (gender-specific policies): el reconocimiento de las necesidades específicas de las mujeres conduce a políticas que las favorecen, poniendo a su disposición recursos que ellas pueden controlar o actividades de las que pueden beneficiarse directamente. No obstante, estas políticas suelen ser propensas a dejar intactas las desiguales relaciones vigentes entre los géneros. Este tipo de políticas está en la base de los llamados proyectos específicos, en los que las mujeres son el grupo objetivo y las principales participantes. c) Políticas redistributivas de género : intentan cambiar las relaciones de género existentes para hacerlas más equitativas, justas y solidarias, redistribuyendo los recursos, las responsabilidades y el poder entre mujeres y hombres. Esta opción es la que genera más desafíos en la planificación ya que busca no sólo canalizar recursos hacia las mujeres, sino también que los hombres asuman responsabilidades, para así conseguir mayor igualdad en los resultados de los proyectos y programas de desarrollo. Estas políticas dan pie a proyectos cuyo objetivo es la igualdad de oportunidades en el acceso y control de los recursos y beneficios del desarrollo, la satisfacción de las necesidades prácticas y estratégicas, y el empoderamiento de las mujeres. Estas diferentes políticas han sido aplicadas, a menudo en forma simultánea, por las diversas agencias (gubernamentales y no gubernamentales) de la cooperación al desarrollo, pues en ninguna manera son incompatibles y sus ventajas particulares se derivan en gran medida del contexto sociocultural y político en que se aplican. Puede ocurrir que, en determinados contextos, las políticas neutrales o específicas proporcionen a las mujeres nuevos recursos, socialmente valorados, que fortalezcan su poder de negociación y les ayuden a renegociar su posición dentro del hogar y la comunidad. Son las políticas redistributivas de género, sin embargo, las únicas que abordan de una manera efectiva la meta de erradicar las desigualdades entre las mujeres y los hombres, y, como tales, han comenzado a ser puestas en marcha durante la década de los 90 gracias al impulso de los movimientos de mujeres del Sur y la estrategia Género en el Desarrollo (ver mujeres, enfoques de políticas hacia las). Cl. M.
Bibliografía
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